Casa de Hohenzollern (0000-0000) Historia
1 Un visitante nos comenta , reyes de Prusia (1701-1871) y emperadores de Alemania (1871-1918), procedente de una casa nobiliaria asentada en Suabia desde el siglo xi; de esa época data el castillo familiar de Zollern, cerca de Sigmaringen (suroeste de Alemania), que ha dado nombre a la Casa. La ascensión de los Hohenzollern se produjo en los siglos XI-XIII, como aliados de los Hohenstaufen. Federico III (I de Núremberg) (1139-1201) amplió sus estados con la adquisición de Núremberg en 1191. Pero al morir repartió el patrimonio familiar entre sus dos hijos, dividiendo definitivamente a los Hohenzollern en una rama de Suabia y otra de Franconia. Federico IV (II de Núremberg) (?-1255) inauguró la rama de la familia que quedó asentada en los territorios originales de Suabia. Con el paso del tiempo, esta rama quedaría a su vez subdividida en dos, los Hohenzollern-Hechingen y los Hohenzollern-Sigmaringen. Ambas familias vendieron sus principados al reino de Prusia en 1849, pero así como la primera se extinguió en 1869, la segunda pervivió, dando lugar a dos personajes históricos relevantes: por un lado, Carlos I de Rumania, que elegido rey en 1866, dio inicio a la dinastía reinante en aquel país hasta 1947; y, por otro, el príncipe Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, cuya candidatura al Trono vacante de España en 1870 dio lugar a un incidente diplomático que sirvió de pretexto para desencadenar la Guerra Franco-Prusiana. Conrado III (I de Franconia) (?-1260) inauguró la rama de los Hohenzollern de Franconia, que a la larga tendría mayor fortuna histórica. Su nieto Federico III de Núremberg (1225-97) supo reaccionar a tiempo ante la decadencia de los Hohenstaufen, ligándose al poder ascendente de los Habsburgo. Ello le permitió extender sus dominios con la incorporación de Bayreuth y Kulmbach (1248). Descendiente suyo fue Federico I de Brandenburgo y VI de Núremberg (1371-1440), que recibió del emperador Segismundo la Marca de Brandenburgo (1411) y la dignidad de elector del Imperio, en recompensa por la ayuda prestada contra los turcos y contra sus rivales en Alemania. Federico hubo de imponerse sobre la nobleza local para hacerse con aquel territorio, que, continuamente agrandado y fortalecido por los Hohenzollern en los siglos siguientes, sería el germen del reino de Prusia y de la Alemania unificada. Le sucedieron once electores de Brandenburgo, descendientes suyos: Federico II, Alberto III, Juan Cicero, Joaquín I, Joaquín II, Juan Jorge, Joaquín Federico... Juan Segismundo (1572-1619) amplió el territorio hacia el este (incorporando por matrimonio Prusia Oriental como feudo de Polonia, lo que le otorgó el título de duque de Prusia) y hacia el oeste (incorporando Ravensberg, Mark y Cleves, que ponían las bases de la futura presencia prusiana en Alemania occidental). Brandenburgo era ya un principado protestante, desde que el elector Joaquín II había introducido la reforma luterana en 1539; Juan Segismundo se convirtió al calvinismo, imponiéndolo como religión del Estado desde 1618. Le sucedieron los electores Jorge Guillermo (1595-1640) y Federico Guillermo, el Gran Elector (1620-88). Estableció su poder sobre una base financiera sólida, al crear impuestos permanentes que le permitieron sostener uno de los ejércitos más fuertes de Alemania. Con él intervino en la Guerra de los Treinta Años (1618-48), a la que le arrastraron sus intereses patrimoniales y su condición de principado protestante. La Paz de Westfalia (1648) le proporcionó la anexión de Pomerania oriental y otras ganancias territoriales. Luego continuó su ascensión con las victorias que obtuvo sobre Polonia (1655-60), Francia (1672-74) y Suecia (1675). Acogió en sus reinos a los exiliados protestantes expulsados de países católicos (como Francia). Le sucedió su hijo Federico III de Brandenburgo y I de Prusia (1657-1713), prácticamente incapaz, que dejó crecer el poder de la corte y la nobleza, perdiendo Brandenburgo la influencia ganada en años anteriores en los asuntos de Alemania. Esta debilidad la intentó compensar exagerando el ceremonial y la exhibición de grandeza de su Casa, motivo por el que se hizo coronar rey en Könisberg en 1701, pasando el Electorado de Brandenburgo a convertirse en reino de Prusia, previo acuerdo con el emperador Leopoldo I. Le sucedió su hijo Federico Guillermo I de Prusia, el Rey Sargento (1688-1740). Éste concentró su labor en fomentar el crecimiento económico como base de un ejército dirigido por una casta aristocrática cerrada. Reforzó militarmente a Prusia, pero apenas intervino en guerras exteriores, salvo la que le permitió hacerse con Pomerania occidental a costa de Suecia (1715-20).