Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-1803) Historia
1 Un visitante nos comenta Político, economista e historiador español. Nacido en el seno de una familia hidalga venida a menos, su madre, al enviudar, hubo de confiarlo a un tío suyo, un canónigo de Oviedo, quien se hizo cargo de su educación. Cursó estudios de filosofía, griego y árabe en Santillana del Mar, en cuya colegiata dio muestras de gran precocidad, y así, a los diez años tradujo fragmentos de Ovidio; poco después, siendo todavía un adolescente, se estableció como profesor. Años después, se trasladó a Oviedo y Sevilla, en donde estudió leyes, y a los diecinueve años se mudó a Madrid para trabajar como abogado. En 1747 publicó Disertaciones históricas del orden y caballería de los Templarios, cuya erudición le valió el ingreso, al año siguiente, en la Real Academia de la Historia. Entre 1751 y 1754 trabajó en un estudio sobre los concilios celebrados en España, que publicó en el tomo segundo de las Memorias de la Academia. En 1755 obtuvo el puesto de director general de Correos y Postas, y en 1762 Carlos III lo nombró ministro de Hacienda, cargo desde el cual introdujo una amplia serie de medidas encaminadas a la reforma de la economía española. Entre ellas, cabe destacar la regulación del libre comercio (1765), la prohibición de que los religiosos desempeñasen cargos judiciales o administrativos, la suspensión de los conventos no autosuficientes y las disposiciones para frenar el aumento de los bienes catalogados como «manos muertas», capítulo que abordó en la obra Tratado de la valía de amortización (1765). Bien recibida por el conjunto de la clase política del momento, su actuación al frente del Ministerio de Hacienda encontró siempre la oposición de la clase eclesiástica, temerosa, con fundada razón, de las intenciones de Campomanes, convencido de la necesidad de entregar a agricultores no propietarios las tierras de la Iglesia sin cultivar. En este sentido, creyó que el crecimiento económico de España pasaba por el desarrollo de la agricultura, por lo que logró que el monarca estableciera subsidios para las zonas agrícolas más desfavorecidas. Además, liberó el comercio y la agricultura de los impuestos que impedían su crecimiento y decretó el establecimiento de la libre circulación de los cereales.