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Biografia de Policarpa Salavarrieta

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HistoriaPolicarpa Salavarrieta (1795-1817) Historia
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Heroína colombiana de la independencia. Es llamada la Pola. Perseguida por sus ideas independentistas en su pueblo natal, viaja a Santafé. Vive en la casa de Judas Tadeo Lozano y Andrea Ricaurte, sitio de reunión de los criollos. Conoce a Alejo Sarabaín, miembro del ejército realista y lo induce a desertar y alistarse en las filas patriotas. Sirve de enlace entre quienes luchan en los llanos y los que conspiran en la capital. Capturado Sarabaín, lo ayuda a escapar y huir a los llanos, con informes sobre las condiciones militares de los españoles en Santafé. Al ser capturados, se descubre la intervención de la Pola, que por orden de Pablo Morillo es fusilada con Sarabaín y seis compañeros más.

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en realidad ella nacio en el municipio de Chaguani Cundinamarca vereda la Tabla finca el hoyon cuando este Municipio pertenecio al virreinato de mariquita, y el rio magdalena los separo y paso a ser inspeción de Guaduas Cundinamarca por esta razon paso a ser de nativa de guaduas En el libro Chaguani es Milagro vivencia y poesia de la Licenciada Carmen Julia Chiguazuque está.

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Hija de Joaquín Salavarrieta y Mariana Ríos, tuvo cinco hermanos,ya que uno murio en el embarazo. No hay claridad sobre su nombre completo y preciso, como tampoco sobre la fecha y el lugar de su nacimiento. Con relación a su nombre, existen varias fuentes: su padre la llamó Polonia al otorgar el poder de testar, y con ese mismo nombre la hizo figurar el presbítero Salvador Contreras al formalizar el testamento, el 13 de diciembre de 1802; sin embargo, su hermano Bibiano, el más cercano en afectos, compañero suyo en Santafé, la llamaba Policarpa; también la llamaba Policarpa doña Andrea Ricaurte de Lozano, en cuya casa vivió y en cuya compañía se hallaba en el momento de ser reducida a prisión; Policarpa la llamó Ambrosio Almeyda, quien conspiró con ella y recibió su protección; en su falso pasaporte, expedido en 1817, se le denominó Gregoria Apolinaria; contemporáneos suyos, como el mismo Almeyda, José María Caballero, José Hilario López ó Francisco Mariano Fernández, la llamaron simplemente la Pola. No obstante, el nombre con el que es más conocida y como posteriormente se le ha denominado en todos los homenajes póstumos, es Policarpa Salavarrieta. Su fecha y lugar de nacimiento también son materia de confusión y debate. La versión más popular dice que ella nació en Guaduas (Cundinamarca) el 26 de enero de 1795.[1] Pero nada de ello se ha podido probar por falta de documentos legales. Rafael Pombo afirmó que ella nació en Mariquita y José Caicedo Rojas lo confirmó en Bogotá. En un esfuerzo por reconciliar las diferentes versiones en los libros de historia, la Academia Colombiana de Historia dio su fallo final a favor de la población de Guaduas.[2]

Aprendió a leer y escribir, lo cual era poco común para una mujer entonces. Después de la muerte de sus padres vivió en Tena durante una epidemia de viruela. Viajó a Santafé de Bogotá, donde trabajó como costurera asalariada para María Matea Zaldía. Se hizo entonces partidaria de la causa patriota y tras la ocupación española de la ciudad el 16 de mayo de 1816, se vinculó con el movimiento clandestino de los hermanos Vicente y Ambrosio Almeyda. Organizaron a jóvenes que habían sido reclutados a la fuerza por las tropas realistas, para desertar del ejército español y conformar guerrillas patriotas que actuaba en Cundinamarca (Chocontá, Suesca, Tenjo y Nemocón).

Policarpa fue entonces a Guaduas, algunos dicen que fue maestra, sin embargo para la época era poco probable que una mujer ejerciera esa labor a menos que fuera religiosa. Allí cumplía tareas del movimiento clandestino. Vivía un intenso romance con el también patriota Alejo Sabaraín, a quien había conocido en la clandestinidad. Provista de pasaportes falsos, ella y su hermano llegaron a Santafé asediada por el terror realista. Aparentemente era empleada del servicio doméstico de Andrea Ricaurte Lozano, pero en realidad la casa era el centro de la subversión patriota. Desde allí Policarpa desplegó una amplia labor de información y contactos para los guerrilleros, cuyo movimiento ya coordinaba las fuerzas de los Almeyda con la de guerrillas de Casanare y Arauca, dirigidas por Manuel Röergas de Serviez, Ramón Nonato Pérez y Francisco de Paula Santander.

Los españoles lograron descubrir la organización clandestina de la ciudad, usando al informante Facundo Tovar. Esto obligó a sus integrantes a huir para vincularse directamente a las guerrillas. Parte de los fugitivos fueron detenidos con un informe escrito por La Pola sobre sus actividades, dirigido al comando guerrillero. Policarpa fue detenida por el sargento Iglesias, quien siguió a su hermano Bibiano hasta su escondite. Posteriormente fue apresada en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, juzgada en consejo de guerra el 10 de noviembre de 1817 y fusilada el 14 de noviembre en la Plaza Mayor de Santafé de Bogotá, al lado de su novio, Alejo Sabaraín y otros seis patriotas. Sus restos se encuentran en el panteón de los héroes de la independencia en la Iglesia de la Veracruz en Bogotá.[1]

El gobierno español concentró entonces una ofensiva contra las guerrillas de Cundinamarca que tuvieron que replegarse a Casanare, donde continuaron la lucha hasta unirse con las tropas de Simón Bolívar en 1819.

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Heroína colombiana de la Independencia. No existe unanimidad de criterios respecto al lugar de nacimiento de María Policarpa Salavarrieta Ríos, también conocida como La Pola. La gran mayoría de los historiadores lo ubican en la población cundinamarquesa de San Miguel de Guaduas, otros en el barrio Santa Bárbara de Bogotá y otros en la tolimense Mariquita. El hecho cierto es que la familia Salavarrieta Ríos estuvo avecindada en Guaduas, villa en la que el padre, Joaquín Salavarrieta, y la madre, Mariana Ríos, poseían una regular fortuna conseguida gracias a la agricultura y el comercio. Actividad, esta última, en la que no era difícil desempeñarse en Guaduas, pues la villa quedaba en la ruta que de Santafé conducía hacia el principalísimo puerto fluvial de Honda. Policarpa fue la quinta de siete hermanos.

Policarpa Salavarrieta

Según parece, Joaquín Salavarrieta era oriundo del Socorro y había participado en la revolución de los Comuneros de 1781. Había acompañado a José Antonio Galán cuando éste emprendió la campaña por la hoya del río Magdalena y conoció Guaduas cuando pasaron por allí, el 4 de junio de 1781, vía Mariquita. Al enterarse, el 16 de junio, que se había firmado la paz y que cada uno debía volver a su casa, don Joaquín retornó al Socorro. Sin embargo, como después de la firma de las Capitulaciones se había desatado una implacable persecución contra los participantes en la rebelión, resolvió huir con su esposa, la moniquireña Mariana Ríos.

En 1798 la familia Salavarrieta se trasladó a Santafé de Bogotá, a la parroquia de Santa Bárbara. El padre, la madre y dos hermanos (María Ignacia, la mayor, y Eduardo, el menor) murieron entre agosto y septiembre de 1802, a consecuencia de la epidemia de viruela negra que se extendió por la capital virreinal. Los afligidos hijos y hermanos tuvieron que cerrar la casa, pues estaba infectada, y buscar la forma de sobrevivir: José María y Manuel ingresaron a la comunidad agustina; Ramón y Francisco Antonio se emplearon como peones en una finca ubicada en Tena; la hermana mayor, Catarina, se hizo cargo de los dos menores, Policarpa y Bibiano, y en 1804 se residenciaron nuevamente en Guaduas, en la casa de Margarita Beltrán, hermana de Manuela Beltrán y madrina de Catarina. Al cabo de un tiempo, la mayor de los Salavarrieta contrajo matrimonio con Domingo García y sus dos hermanos fueron a vivir con ella.

A los nueve años llegó La Pola a Guaduas. Margarita Beltrán procuró su ingreso a la escuela del Convento de La Soledad. Allí aprendió a leer y escribir, estudió la doctrina y la historia española y aprendió a rasgar la guitarra y a cantar. En la modesta casa del matrimonio García-Salavarrieta era común que se alojaran ocasionales viajeros en tránsito hacia Santafé o hacia Honda, por lo que existía una constante información sobre los sucesos de España y del virreinato. Muchas familias tenían a Guaduas como lugar de veraneo y mantenían relaciones cordiales con los familiares de La Pola, en especial con la del futuro general Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán.

Ya adolescente, Policarpa Salavarrieta se dedicó a la modistería, y poco a poco se enteró e involucró en las actividades independentistas: hacia 1809, o quizás antes, conoció a los hermanos Leandro y Alejo Sabaraín, hijos de Joaquín Sabaraín, residente en Mariquita, donde ejercía el cargo de factor de las Reales Minas. Desde un comienzo, entre Alejo y Policarpa surgió el amor y rápidamente pensaron en contraer nupcias en 1810, para lo cual Policarpa comenzó a ahorrar algunos sueldos de lo que ganaba con sus costuras. Pero los acontecimientos revolucionarios les obligaron a aplazar el matrimonio.

El domingo 22 de julio se conoció en Guaduas la noticia del grito de Independencia y de los acontecimientos que lo suscitaron y precedieron. Ante el llamado de alistamiento hecho en los pueblos para formar las milicias, tanto el cuñado de Policarpa, como su hermano Bibiano, se incorporaron al ejército en formación. Desde un comienzo Alejo Sabaraín se vinculó a las actividades de la Junta de Gobierno que se formó en Mariquita, ingresó al batallón que allí se organizó y, a principios de 1811, participó en el conflicto civil armado entre Honda y Ambalema.

El obligado alejamiento de Alejo Sabaraín impulsó a Policarpa a trasladarse a Santafé, donde fue recibida como niñera y dama de aguja, en enero de 1812, en la casa de doña María Matea Martínez de Zaldúa. Sus hermanos José María y Manuel pertenecían a la comunidad agustina, eran republicanos centralistas partidarios de Nariño y a través de ellos y de las esporádicas cartas de Alejo abrazó la causa del centralismo.

Gracias a su habilidad para la costura, visitaba frecuentemente las más encopetadas casas de la capital, lo que le sirvió para aclarar en su mente las diferencias existentes en la sociedad estamental de la época. Además conoció muy bien la ciudad, recorriendo sus barrios y parroquias.

Mientras tanto, su novio se había unido a las milicias de Cartagena, preparándose para atacar Santa Marta, en donde los refugiados españoles y criollos realistas se preparaban para reconquistar el Nuevo Reino. Hacia noviembre de 1812, en plena efervescencia de las luchas intestinas entre el Congreso y el gobierno de Nariño, apareció en la Gaceta Republicana la noticia de que "en la parte oficial se recomienda a los hermanos cadetes Leandro y Alejo Sabaraín por su valor y heroísmo".

Esa noticia muy seguramente la llenó de orgullo y la impulsó a colaborar y participar en los planes de defensa de la capital, ante el inminente sitio de los ejércitos de la Federación, todo ello con el beneplácito de sus hermanos curas, pues los padres agustinos eran los más entusiastas promotores del reclutamiento de una legión formada por jóvenes de los distintos estamentos, a cuya cabeza espiritual estaba su prefecto y capellán, fray Vicente Echeverry. El Precursor Nariño supo estimular a los agustinos: en solemne ceremonia, nombró generalísimo de las tropas a la imagen del Nazareno que se venera en su iglesia.

El sitio de Santafé fue motivo de agitación y estímulo de la imaginación popular, pues Baraya difundía rumores alarmantes (como que "todos los santafereños serían pasados por las armas" o que "había resuelto ahorcarlos en la Plaza Mayor"), para que la población desistiera de los planes de defensa; pero el pueblo de Santafé no se dejó amilanar y compuso décimas y canciones burlándose de los comandantes federalistas.

También las mujeres fueron un factor importante para mantener en alto la moral de los santafereños, pues colaboraron activamente en la elaboración de casacas y capas de uniformes, correajes para las bestias, limpieza de las armas y preparación de la comida. Recorrían las trincheras con alimentos, recados y ánimo alentador. En todas esas actividades estuvo involucrada Policarpa Salavarrieta. Al final del asedio, el 8 y 9 de enero, los santafereños resultaron triunfantes.

Hacia mediados de febrero de 1813, Alejo Sabaraín llegó, como subteniente del Ejército Republicano, a Santafé de Bogotá y se reencontró con Policarpa. Había contraído el tabartillo y esperaba que en los cuarteles de la capital pudieran curarlo. Junto con otros militares, tenía la misión de informar al gobierno de Nariño sobre el movimiento de tropas desde España, al mando del general Morillo, para reconquistar Cartagena y luego el resto del Nuevo Reino de Granada.

Por un tiempo, La Pola se dedicó a comprarle medicinas a Alejo y a enviárselas por intermedio de su amigo, el negro Domingo, esclavo de confianza de don José Miguel Pey. En el convento de los agustinos se enteraba del desarrollo de la brillante campaña que el coronel venezolano Simón Bolívar cumplía en el bajo Magdalena.

Policarpa Salavarrieta (óleo de Epifanio Garay)

En marzo de 1813, La Pola conoció a los hermanos Almeida, quienes le ayudaron a gestionar un mejor bienestar para su novio. Durante un mes estuvo trabajando con doña Bárbara Romero, destilando clandestinamente aguardiente, procedimiento que conocía desde su estadía en Guaduas, donde se producía el mejor anisado de la región. En junio de ese año Sabaraín ya estaba recuperado y participó activamente en el adiestramiento de nuevos milicianos que irían a participar en la campaña del Sur, la cual se inició el 23 de septiembre y en la que participaron Sabaraín, Bibiano Salavarrieta y su cuñado Domingo García, el cual fue dado de baja en la batalla del Bajo Palacé.

A finales de 1813, Policarpa volvió a Guaduas junto con la familia Zaldúa y allí permaneció al lado de su hermana y, según parece, dedicada a la enseñanza. En 1815, Guaduas fue tomada por los españoles. Mantuvo entonces La Pola una peligrosa posición de rechazo y continuó colaborando, en lo que podía, con la causa patriota. En mayo de 1816, el general español Pablo Morillo llegó a Santafé y comenzó la cruel ejecución de los criollos que habían participado en la primera República.

Los montes de Guaduas se convirtieron en un importante lugar de refugio de los republicanos que escapaban del "régimen del terror", especialmente hacia los Llanos Orientales, en donde se sabía que un numeroso contingente de guerreros se adiestraba y preparaba entre "la niebla". Así se llamaba un grupo del que pronto recibieron órdenes los guadueros y del que formó parte Policarpa Salavarrieta, que en la clandestinidad fue una de las más entusiastas colaboradoras de los fugitivos.

Desde 1813, pocas noticias había recibido de Alejo Sabaraín, y por los días de la derrota de los patriotas en la cuchilla del Tambo, en las cercanías de Popayán, el silencio del novio fue total. Sólo en noviembre de 1816 recibió una carta en la que Sabaraín le comunicaba que estaba vivo y cautivo en Santafé, en el presidio correccional. Había caído preso junto con José Hilario López y otros oficiales, y corrió la misma suerte del futuro reformador liberal; en el último momento, cuando ya iban a ser ejecutados en el patíbulo, se les conmutó la pena de muerte por ser de baja graduación militar. En su misiva, Sabaraín le pidió a La Pola que se le uniera en la capital.

En diciembre de 1816, se presentó en la casa de Policarpa, en Guaduas, el coronel patriota José Ignacio Rodríguez, de alias "El Mosca", quien dijo ser enviado de los Almeidas y le propuso, a nombre de los antiguos amigos, un trabajo para la patria: actuar en Santafé como espía y enlace de los grupos patriotas.

Rodríguez le entregó un salvoconducto y pasaporte falso y claras instrucciones de lo que debía hacer en la capital: se alojaría en casa de Andrea Ricaurte de Lozano, a quien serviría como empleada del servicio; ésa era la pantalla. Debía conocer el estado de las tropas españolas y poco a poco hacerse amigos y enterarse de quiénes deseaban huir a los Llanos para unirse a las guerrillas del padre Ignacio Mariño. Además, debía obtener las listas de los patriotas buscados por insurgentes.

Rodríguez, además, le comunicó a La Pola que pronto recibiría la visita de Bibiano, que para ese momento era prácticamente un héroe. El hermano pequeño llegó y, según comprobaron las hermanas Salavarrieta, había sufrido mucho en las campañas militares. La visita de Rodríguez y de Bibiano a la casa de Catarina despertó gran sospecha entre los realistas que vivían en Guaduas y precipitó el desplazamiento de Policarpa a la capital.

En enero de 1817, llegó La Pola a Santafé acompañada de su hermano Bibiano. Por intermedio de sus hermanos curas, logró un salvoconducto para visitar todas las semanas a su novio Alejo Sabaraín. En cada entrevista, Policarpa le comunicaba noticias, órdenes y toda clase de mensajes enviados por los comandos revolucionarios.

Las labores de inteligencia las cumplió con precisión y efectividad, pues, como era conocida en la ciudad, podía salir con libertad e introducirse en los costureros de las señoras españolas donde recogía informes útiles sobre los movimientos de las tropas españolas. Sin embargo, la casa de doña Andrea Ricaurte era un centro de subversión bastante peligroso: allí se celebraban frecuentes reuniones clandestinas a las que asistían varios militares criollos que por diferentes causas habían tenido que vincularse al ejército realista, pero que esperaban la ocasión de reincorporarse a las fuerzas patriotas acantonadas en los llanos; en el grupo participaban otras mujeres que, al igual que Policarpa, cumplían labores de inteligencia. Para esconder los mensajes enviados se usaban naranjas ahuecadas en las que se introducían las misivas, y el santo y seña era "¡Vencer o morir!".

El 1 de julio de 1817, Alejo Sabaraín y todos los presos de las cárceles de Santafé fueron puestos en libertad. En ese momento, la red de personas que participaban en el movimiento revolucionario era bastante grande e involucraba a hacendados de diferentes parroquias, en las que se alojaban los soldados desertores en tránsito hacia los Llanos.

El novio participó en todo el engranaje y planeaba también viajar a los llanos para unirse a las guerrillas de José Nonato Pérez, con el fin de adelantar con la mayor rapidez posible la toma de Santafé. Alejo partió con Rafael Cuervo, Francisco Arellano y otros más a principios de agosto de 1817. La ruta escogida fue por los cerros de Monserrate para llegar al Guavio, luego a Gachetá y, de allí, seguir a los Llanos.

Policarpa Salavarrieta camino del patíbulo (óleo anónimo)

Por entonces los sistemas de información de los realistas se habían afinado al máximo y se pagaban muy buenas recompensas a quien delatara cualquier movimiento sospechoso; un infiltrado venezolano, Facundo Tovar, delató que en el seno del batallón de granaderos de Numancia se reclutaban soldados para la causa patriota. La misma noche, se enteró Policarpa Salavarrieta de la detención de algunos de los miembros de la red de espionaje y apoyo a los ejércitos patriotas. En vez de esconderse, siguió haciendo vida normal, arriesgándose a llevar recados y dineros a los presos.

El 3 de septiembre fue detenido Alejo Sabaraín y sus compañeros de huida. Ante la peligrosa situación, La Pola y los pocos miembros que aún quedaban libres procedieron a ocultarse en una casucha ubicada en el barrio Egipto, en la calle del Calvario con la carrera de San Bruno, al pie del cerro. Tanto los hermanos de Policarpa como el coronel Rodríguez le insistieron para que se fuera a Guaduas, pero ella se negó: quería permanecer cerca de su novio.

El encargado de policía, un oficial de apellido Iglesias, tenía conocimiento de las acciones de Policarpa, lo mismo que el virrey. Iglesias pudo seguirle la pista, pues le bastó vigilar a Bibiano para ubicar a La Pola. Fue detenida en la noche del 10 de noviembre, recluida en el Colegio Mayor del Rosario y ajusticiada, el 14 de noviembre de 1817, junto con su amado Alejo y otros patriotas.

En el patíbulo, La Pola pronunció estas palabras: "¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad! Pero no es tarde. Ved que, mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más. ¡No olvidéis este ejemplo!" En la cárcel su compatriota Joaquín Monsalve redactó el famoso anagrama que la identifica como epitafio: "Yace por salvar la patria".


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