Felipe Benavides Barreda (1917-1991) Ciencía y Tecnología
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Por : Wilfredo Pérez Ruiz
Hace diez años (21 de febrero de 1991), dejó de existir uno de los peruanos más insignes del siglo XX, Felipe Benavides Barreda, cuya limpia trayectoria fue un testimonio de entrega en beneficio de grandes y justas causas nacionales.
Su vida estuvo consagrada a un noble ideal: la defensa de la vida silvestre, del ambiente y la conservación del patrimonio natural. Luchas aún incomprendidas por amplios sectores de la sociedad, que equivocadamente consideran a la ecología, ajena a los problemas nacionales urgentes e inmediatos.
Evidenció su vocación por la educación cuando propuso desde 1960, la creación de un zoológico a fin a la ciudad de Lima. Como presidente del Parque de Las Leyendas (durante casi 12 años), hizo de este centro recreacional -para las familias más humildes- un lugar para fomentar la cultura y la investigación de la flora y fauna.
Aristócrata de nacimiento, proviene de una familia comprometida con la historia del Perú, Felipe Benavides tuvo una clara identificación nacionalista sobre la necesidad de alcanzar el anhelado desarrollo nacional, aprovechando las extraordinarias riquezas naturales del Perú y respetando las ancestrales tradiciones culturales y sociales de la población.
Se caracterizó por su obsesionada preocupación acerca de los problemas nacionales que tanto han perjudicado el desenvolvimiento económico y social de los sectores más deprimidos de nuestro pueblo. Ahora todos entienden, su terco afán para mejorar el nivel de vida de los más oprimidos, mediante el aprovechamiento de la fibra esquilada de la vicuña.
No obstante su solitario y victorioso enfrentamiento con la flota ballenera del griego Aristóteles Onassis, logró que el gobierno peruano le impusiera una severa multa y lo obligara a retirarse de nuestro litoral. Felipe Benavides relató estos hechos en 1973, así: “Hace exactamente 20 años, y por conducto de las páginas de El Comercio, me correspondió anunciar el regreso a nuestras costas de la flota ballenera de propiedad de Aristóteles Onassis. Gracias a nuestra eficiente Marina de Guerra, el barco “Olympic Challenger” de 18,0 toneladas fue apresado. La incursión costó a Onassis la suma de dos millones de dólares de multa, pero los peruanos no recuperamos los 4,0 ballenas que fueron cazadas en forma despiadada”.
Recibió el premio “J. Paul Getty para la conservación de la vida silvestre” (otorgado por el jurado internacional presidido por el príncipe Bernardo de Holanda), en reconocimiento a su labor para salvar a la vicuña de la extinción y, entre otras consideraciones, “por sus esfuerzos para crear el Parque Nacional del Manú”. El príncipe Felipe de Inglaterra, el 27 de marzo de 1975, le dedicó a nuestro compatriota estas expresiones: “Yo he estado fuera y perdí las noticias de que te ganaste el premio Getty. Estoy realmente contentísimo. No puedo pensar en ninguno que haya alcanzado tanto, teniendo que afrontar tales dificultades. Muchas felicidades”.
Su notable formación profesional e intelectual, le permitió vislumbrar y analizar los cambios que se sucederían en el escenario nacional e internacional. Fue el primero en América Latina en proponer en 1980, la creación de un Tribunal Internacional del Ambiente, para juzgar a las naciones que depredan los sistemas ecológicos de la humanidad. Iniciativa actualmente recogida por la comunidad conservacionista y jurídica mundial.
Felipe Benavides ganó batallas, inspiró envidias, cultivó admiraciones, suscitó polémicas y despertó el reconocimiento de las abandonadas colectividades campesinas de la serranía. Su recuerdo estará siempre vinculado con la defensa de los recursos naturales, con la gestación de importantes aportes a favor de la vida nacional y con la protección de los derechos de los pueblos del Tercer Mundo para alcanzar un desarrollo inteligente y honesto.
Contrariamente a lo que se pudiese pensar, fueron sinfín las soledades que afrontó cuando era calumniado por quienes promovían sórdidas acciones en su contra. En esas adversas circunstancias, las personas de su cercano entorno institucional y amical –que lo acompañaban en banquetes, ceremonias e inauguraciones- siempre actuaron en forma insolidaria e indiferente. Lamentable era comprobar la ausencia de adhesiones en aquellos momentos de prueba.
Sus palabras: “Los 20 millones de peruanos de mañana no perdonarán nunca a los que hoy, si les destruimos su fuente alimenticia por haberla descuidado o simplemente exportado, como fue el guano, caucho, maderas, pieles, chinchilla y, por poco, la vicuña. Cuidado y visión hacia el futuro es la única posibilidad de resolver este problema” (artículo “Pisco, mar contaminado”, publicado en El Comercio, el 14 de junio de 1974), expresan lo que fue su constante perseverancia para asegurar los recursos naturales en función de las necesidades de las presentes y venideras generaciones. Este fue, además, el mensaje que nos ha dejado como ejemplo de una vida dedicada al Perú.