Ramón del Valle-Inclán (1869-1935) Historia
1 Un visitante nos comenta Escritor español, nacido en Villanueva de Arosa (Pontevedra) y fallecido en Santiago de Compostela. Pasó su infancia y adolescencia en su comarca natal y cursó la carrera de abogado en la Universidad de Compostela. A los veinte años se trasladó a México, de donde regresó poco después. En 1895 inició en Madrid sus tareas literarias con cuentos y artículos, publicados en la prensa, que permitían vislumbrar al futuro maestro. Recorrió gran parte de América del Sur y de 1914-18 vivió en Francia. Valle-Inclán representa, frente a la línea de la Generación del 98 propiamente dicha -Unamuno, Azorín, Antonio Machado...- una tendencia más esteticista y complacida en efectos de lenguaje y forma -es decir, lo que se ha llamado en literatura «modernismo»-. No se trata, sin embargo, de un vacío estilismo; en el trabajo de taracea de Valle-Inclán, e incluso en su curiosa y extravagante personalidad, rodeada por él mismo de fabulosos embustes, había un designio moral en la búsqueda de refinada perfección, siquiera en el arte. Su obra es vasta y toda ella marcada por un sello inconfundible; en cuanto a la poesía, sus versos están hoy demasiado olvidados, porque su calidad pictórica y musical no responde a los gustos que han venido luego; pero no pierden su vigencia. Mejor pervive su obra narrativa, cuya exquisitez expresiva parece contraponerse, aun con exageración, al descuido prosaico de los narradores españoles de la segunda mitad del siglo XIX. Quizá su obra más famosa sea la tetralogía de Sonatas (1902-05), cuyo protagonista, el marqués de Bradomín, «feo, católico y sentimental», tiene algo de Don Juan, pero trasladado a unas atmósferas inesperadas -la mexicana, que en realidad es imaginaria, o la gallega, en la de Otoño-. Aquí Valle-Inclán ha creado un género de escasa resonancia en lo sucesivo: la que podríamos llamar «novela artística», pintada con refinada morosidad, creando una densa neblina de irrealidad lírica.Seguramente contiene mayor virtuosidad su genial novela seudo-americana Tirano Banderas (1926), que, sin verdadera experiencia de la tierra de ultramar, se pone a la cabeza de las narraciones revolucionarias y paisajistas que luego han sido predilectas de los novelistas de Hispanoamérica. Ya es característico el hecho de que en su estilo, aun pretendiendo ser un relato de ambiente mexicano, se mezclen las expresiones típicamente mexicanas con las argentinas; todo ello, desde luego, sin perder los giros propios, madrileños y regionales, tan explotados y personalizados siempre por Valle-Inclán. Pero, una vez que el oído acepta tal polifonía, es preciso rendirse a la evidencia de que esta novela del «generalito» es una pieza maestra, aun dentro de toda su irrealidad de segunda mano.