Subcomandante Marcos (1957-0000) Economía y Política
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La figura del subcomandante Marcos (Rafael Sebastián Guillén Vicente) nace el día 1 de enero de 1994, como cabecilla de la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el estado de Chiapas. Marcos aglutina en su persona el descontento y se erige como interlocutor de las capas más desamparadas de la sociedad mexicana en demanda de una mayor democratización del país. Su discurso cala en una sociedad que pese a la integración con el Tratado de Libre Comercio en el mercado norteamericano sigue manifestando muchas carencias. Con el carisma de antiguo líder revolucionario, su personaje está inmerso y se define dentro de un proceso de cambio en el México de finales del siglo XX. Tras la caída del poder del PRI y la elección en julio de 2000 de Vicente Fox Quesada (PAN) como presidente, del 24 de febrero al 11 de marzo de 2001 encabeza una marcha zapatista hasta la sede del poder legislativo en Ciudad de México para reivindicar los derechos de las etnias indígenas mexicanas. El Congreso aprueba una ley que reconoce los derechos de los 10 millones de indígenas, pero la introducción de importantes modificaciones por los parlamentarios provoca la oposición de la izquierda y del Consejo Nacional Indígena. Marcos corta cualquier tipo de negociación con el gobierno y declara la intención del EZLN de no deponer las armas y seguir con su insurrección todo el tiempo que sea necesario.
2 Un visitante nos comenta El subcomandante Marcos llegó a la selva lacandona de Chiapas, en el sureste de México, y allí vivió durante 17 años con las comunidades indígenas hasta el 11 de marzo pasado, cuando la marcha que encabezó y que cruzó medio país remató con una manifestación gigantesca en la Plaza de la Constitución -mejor conocida como el Zócalo- de Ciudad de México.
En ese lugar, cargado de un enorme peso histórico, el jefe del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, sin un arma encima, hizo oficial la decisión de su movimiento de hacer política por las buenas. Desde ese día los mexicanos tienen el alma en vilo, pues saben que en buena medida el destino del país depende del éxito o del fracaso de las gestiones de este misterioso hombre encapuchado y del puñado de comandantes que componen su estado mayor. Su misión es lograr la aprobación de una ley de derechos para los indígenas mexicanos.