Vicente Pazos Kanki (1779-1851) Historia
1 Un visitante nos comenta Escritor y político boliviano. Ordenado sacerdote, participó en el movimiento independentista bonaerense (1810-1812). Tras exiliarse en Londres, donde se secularizó, regresó en 1815 y dirigió Crónica Argentina. Desterrado en 1819, viajó por EE UU, Portugal, España y Gran Bretaña, donde publicó sus Memorias histórico-políticas (Londres, 1830).
2 Un visitante nos comenta Vicente Pazos Kanki
Vicente Pazos Kanki (Larecaja, Alto Perú, 1779 - Buenos Aires, c.1852) fue un político, escritor, periodista y religioso, que tuvo participación en la política argentina y boliviana
Era hijo de un español y una mujer india aymara. Estudió con el párroco de su pueblo, y cursó sus estudios de teología y filosofía en La Paz. Se doctoró en derecho y cánones en la Universidad de Cuzco, donde se ordenó sacerdote.
Vivió un tiempo en Chuquisaca, y luego viajó por Salta, Tucumán y Córdoba.
La Revolución de Mayo
A fines de 1809 estaba en Buenos Aires, y al año siguiente apoyó la Revolución de Mayo. Se unió a los partidarios de Mariano Moreno y Manuel Belgrano. Desde noviembre del año siguiente escribió asiduamente en la Gazeta de Buenos Ayres, el periódico oficial. Apoyó al partido de Bernardino Rivadavia, y por ende al Primer Triunvirato. Sus artículos contra el supuesto motín de Álzaga fueron especialmente virulentos. Editó un segundo periódico, El Censor.
Al caer el régimen en octubre de 1812, juzgó prudente huir a Londres. Allí vivió cuatro años, informando al ministerio del exterior inglés lo que sabía de la evolución política argentina, y mantuvo estrecho contacto con Manuel de Sarratea, embajador en esa capital. Abandonó sus hábitos, y se dijo que se casó con una inglesa.
Regresó a Buenos Aires en 1816 trayendo consigo una prensa, con la que se dedicó a publicar dos periódicos, con la curiosidad de que uno de ellos, La Crónica Argentina, era netamente republicano, mientras que el otro, El Observador Americano, dirigida por Manuel Antonio Castro, era partidario de la monarquía. En La Crónica publicó la versión en aymara de la declaración de la Independencia.
Parece ser que, en lo personal, era partidario de la república, especialmente al notar que la tesis monárquica que más éxito tenía en ese momento era la de coronar a un descendiente de los incas del Perú. Lanzó toda clase de burlas contra la idea de coronar un rey en ojotas, sucio, y de la raza de los chocolates; estaba dispuesto a aceptar un rey, siempre que fuera europeo y blanco. Cabe recordar que era mestizo y utilizaba el apellido indígena de su madre.
El exilio
En 1817 se unió a los opositores del director Pueyrredón, junto con Manuel Moreno y Pedro José Agrelo, ambos partidarios de Manuel Dorrego. Fue expulsado en febrero de 1817 por orden de Pueyrredón, junto con ellos, y terminaron reuniéndose con Dorrego en Baltimore, Estados Unidos. Allí publicó sus Cartas sobre las Provincias Unidas, traducidas inmediatamente al inglés, ruso y francés. Más tarde vivió en Lisboa, Madrid, París y nuevamente en Londres. En esta ciudad pasó casi todo el resto de su vida.
En 1825 editó un Compendio de la Historia de los Estados Unidos, en París. Más tarde tradujo y editó el Evangelio según San Marcos en idioma aymara.
En 1829, el presidente de Bolivia, mariscal Andrés de Santa Cruz, lo nombró embajador en Londres, y retuvo ese cargo hasta la caída del aquél, en 1838. Llevó adelante una alianza entre su país e Inglaterra, que hizo que la influencia inglesa en Perú fuera mayor que nunca. Y publicó un tratado defendiendo la formación de la Confederación Perú-Boliviana.
En esos años editó sus Memorias Histórico Políticas. Pero no era sus memorias, sino un compendio de historia de España, y del descubrimiento y conquista de América. Como era de esperar de un ilustrado del siglo XIX, acusaba de todos los crímenes y problemas existentes a todos los españoles.
Regreso y final en Buenos Aires
Regresó a Buenos Aires en 1849, y se dedicó a publicar un libro francés sin importancia, y tuvo que vender sus libros para vivir. Presentó una memoria al Departamento de Policía, en que defendía la necesidad de un puerto artificial para Buenos Aires, la instalación del ferrocarril, mejoras de la provisión de agua potable, conducción de aguas pluviales y hasta de crédito público. Por supuesto, el problema que no preveía era que, para avanzar en casi todos esos terrenos, lo que faltaba era dinero. Su última publicación en la prensa era una divulgación sobre la navegabilidad del río Amazonas y la posible producción de oro de varios de sus afluentes.
Murió en Buenos Aires, seguramente en 1852.
Su muerte pasó completamente desapercibida, posiblemente por las varias crisis políticas y militares que sufrió la ciudad ese año: la batalla de Caseros, las sesiones de abril, la revolución del 11 de septiembre de 1852 y el sitio de la ciudad a partir de diciembre.
Escribió América Argentina. A su regreso a la Argentina fue director del Diario de Avisos. Fundó una imprenta, publicó La crónica Argentina, Memorias Histórico Políticas