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Eliad Jhosué VillarroelNació en Gancho Seco del Estado Sucre de Venezuela el 17 de Marzo de 196...

Biografia de Sara Montiel

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HistoriaSara Montiel (1928-0000) Historia
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María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández,​ conocida artísticamente como Sara Montiel (Campo de Criptana, Ciudad Real, 10 de marzo de 1928 - Madrid, 8 de abril de 2013)fue una actriz de cine, cantante y productora cinematográfica española, considerada el rostro más bello del cine español. Obtuvo también la nacionalidad mexicana en 1951.​



Debutaría como secundaria en la cinta Te quiero para mí precedida por Isabel de Pomés, e inmediatamente daría el salto al protagónico con Empezó en boda (1944), junto a Fernando Fernán Gómez, con quien volvería a encabezar su siguiente película, Se le fue el novio (1944). Aunque la bella actriz realizaba tanto papeles estelares como secundarios logrando críticas favorables, incluso algún éxito importante como Locura de amor (1948), insatisfecha de su sitio en la industria española, después de coprotagonizar El capitán Veneno (1950) nuevamente junto a Fernando F. Gómez, decidiría probar mejor fortuna en América. En apenas cuatro años rodó catorce cintas entre México y Cuba, como la exitosa Piel canela (1953) que le abriría las puertas de Hollywood para estelarizar junto a Gary Cooper el western Veracruz, de Robert Aldrich, filme al que siguieron otros dos dirigidos por Samuel Fuller y Anthony Mann.



De vuelta en España, la joven actriz afianzó su estatus de estrella internacional con las películas El último cuplé y La violetera, que develaron su particular estilo como cantante y que se convirtieron en formidables éxitos de taquilla, estrenándose en diversos países de Europa y Latinoamérica así como en India y Egipto. Los honorarios que cobró por La violetera convirtieron a Sara Montiel en la actriz mejor pagada del mundo hasta la fecha, firmando un contrato de exclusividad por película,​ y los discos publicados con sus canciones llegaron hasta Grecia y Brasil, superando en ventas mundiales a Elvis Presley y Frank Sinatra.​ En los siguientes quince años, la diva española protagonizó únicamente melodramas musicales pensados para ella, y alcanzó tal popularidad que actuó en la Unión Soviética en plena Guerra Fría, en 1965.



En una España gris condicionada por la dictadura y las limitaciones económicas, Sara Montiel fue la cara más barroca y sensual del espectáculo, gracias a sus papeles de mujer fatal y a sugerentes vestidos que tentaban la censura. Actriz de gran éxito comercial, mayormente en las décadas de 1950 y 1960, participó en medio centenar de películas. Se retiró del cine en 1974, pero como figura musical se mantuvo activa hasta el final: publicó diversos álbumes, ofrecía recitales en teatros y presentó programas de variedades en televisión. A los 81 años de edad grabó con el dúo Fangoria la canción discotequera "Absolutamente" y su correspondiente vídeo musical, y pocos meses antes de morir seguía dando actuaciones acompañada de un pianista.



Como demostración de la perdurable fama de la española, en vísperas de su repentino fallecimiento el Festival de Cine de Berlín estaba planeando un homenaje en su honor.



Nació en el seno de una familia manchega humilde que subsistía por medio de la agricultura, y fue bautizada con el nombre de María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández. Sus padres fueron Isidoro Abad (?-1944) y la segunda esposa de éste, María Vicenta Fernández Palacios (1898-1969). Tras la Guerra Civil, la familia se estableció en Orihuela (Alicante) en busca de un clima más benigno dado que el padre padecía asma; él trabajó en Orihuela como distribuidor de vinos.



En Orihuela falleció muy joven un hermano de Sara, que está enterrado en el cementerio local, y ella tuvo además dos hermanas mayores, nacidas del primer matrimonio de su padre: Elpidia Isabel Abad y Gómez de la Cueva (nacida en 1912 - 8 de enero de 2006 a los 93 años), quien vivió junto a Sara en la casa de la actriz en Madrid hasta que falleció, y Ángeles Abad y Gómez de la Cueva (nacida en 1925; vive con 92 años).



La futura estrella acudió al Colegio de Jesús María de San Agustín en esa ciudad, pero tuvo una alfabetización muy primaria pues las monjas del colegio la formaron más bien en labores domésticas como la costura. Ella misma reconoció que debutó como actriz sin saber leer correctamente, por lo cual en lugar de hojear los guiones memorizaba de oído los diálogos que le dictaban.



Inicios:

Desde muy pequeña María Antonia destacó por su belleza y sus dotes artísticas. A los trece años de edad sorprendió a todos cantando una saeta durante una procesión de Semana Santa en Orihuela, y con la aprobación paterna fue llevada a Valencia por la familia del editor de prensa José Ángel Ezcurra a fin de mejorar su formación; si bien cursó estudios muy básicos. En 1942 representó a la provincia de Alicante en un concurso de jóvenes talentos en el Parque del Retiro de Madrid, presentado por el popular locutor Bobby Deglané. Aunque la incipiente artista tropezó al pisarse el vestido y cayó en el escenario, consiguió cantar con acierto "La morena de mi copla" (un éxito de Imperio Argentina) y ganó el primer premio, que consistía en una paga de 1.000 pesetas mensuales durante un año, cifra entonces importante. Con este dinero, la futura Sara Montiel se instaló en Madrid e inició estudios de declamación.



En 1944, gracias a unas fotos tomadas por Gyenes, llamó la atención de Vicente Casanova, un influyente productor de cine y agente de publicidad, uno de los dueños de la compañía cinematográfica Cifesa. Pero fue el fotógrafo Gyenes y no Vicente Casanova quien la presentó al director Ladislao Vajda, húngaro como él; así es como ella tuvo su primera aparición en el cine a los 16 años de edad en Te quiero para mí (1944), donde apareció como actriz secundaria con el nombre artístico de María Alejandra. Sería a partir de la película Empezó en boda cuando usaría el nombre artístico de Sara Montiel, sugerido por el actor y humorista Enrique Herreros. Aunque no se aupó como diva musical hasta finales de los años 50, ya algunos filmes tempranos (como Mariona Rebull) incluyen canciones suyas.



Tras participar con pequeños papeles en más filmes como Bambú (con Imperio Argentina) y la versión de 1947 de Don Quijote de La Mancha (que recibió un Premio de la Crítica en Nueva York), su primer papel de importancia fue como rival de Aurora Bautista en el exitoso melodrama histórico Locura de amor (1948), basado en la vida de la reina Juana la Loca y dirigido por Juan de Orduña. En este filme el papel de Felipe el Hermoso lo hacía Fernando Rey, quien al igual que Sara disfrutaría años después de una carrera internacional. A este trabajo la joven actriz sumó otros roles todavía secundarios en La mies es mucha, Pequeñeces y El capitán veneno (1950), comedia de Luis Marquina protagonizada por Fernando Fernán Gómez. Su belleza y talento permitirían a Sara Montiel lograr grandes éxitos años después, pero el cine español de entonces le quedaba pequeño pues la encasillaba en papeles de cara bonita, y siguiendo los consejos del dramaturgo Miguel Mihura encauzó su ambición hacia México y Estados Unidos. Su última película española de esta etapa fue una coproducción: Aquel hombre de Tánger (1950), con el veterano Nils Asther, galán del cine mudo que había trabajado con Greta Garbo, Joan Crawford y Barbara Stanwyck.



Etapa en México:

Gracias al éxito de Locura de amor (1948), donde ella hace el papel de una seductora villana, Sara Montiel llamó la atención de la industria cinematográfica mexicana, que vivía su «Época de Oro», y pronto la joven actriz española se convertiría en una de las figuras cotizadas del momento, junto con Dolores del Río, María Félix, Miroslava, Katy Jurado, Arturo de Córdova y Pedro Infante, entre otros artistas. Tuvo la fortuna de trabajar con varios de ellos. Sara Montiel ha sido recordada y admirada en México hasta su muerte; incluso las nuevas generaciones lamentaron su deceso.



En 1951 Sara Montiel adquirió la nacionalidad mexicana, y revelaría años más tarde: «Me hice mexicana, claro. Todavía tengo mi carta de nacionalidad en la caja fuerte. Cuando me casé con Tony Mann, en Los Ángeles, me casé con mi otro pasaporte, el mexicano».



Es en este año cuando el director Miguel Zacarías, quien dirigió sus tres películas al lado de Pedro Infante, le cambió el nombre de Sara a Sarita, como parte de un sistema estratégico que reforzaría el estrellato de la nueva actriz española en el cine mexicano; siendo gracias a esto que Sara aparece, en los créditos de sus filmes americanos, como Sarita Montiel, tanto en México como en Hollywood.



Sarita Montiel participó en catorce producciones mexicanas, debutando con la película Furia Roja (1950), con Arturo de Córdova. A ésta le siguieron filmes como: Cárcel de mujeres (1951), con Miroslava Stern y Katy Jurado; Necesito dinero (1951), con Pedro Infante; Porque ya no me quieres (1953), con Agustín Lara... Uno de estos filmes, Piel canela (1953), se rodó en parte en Cuba, gracias a lo cual Sara pudo conocer al escritor Ernest Hemingway, quien residía en la isla. En esos años, Sara volvió a desvelar sus dotes como cantante, interviniendo en espectáculos con Los Panchos y los citados Agustín Lara y Pedro Infante.



Durante su etapa mexicana, y dado que su madre padecía mal de altura en México D.F., Sara alquiló para ella una casa en Cuernavaca, lo que propició que conociese a otras figuras célebres como Diego Rivera, Frida Kahlo y la actriz Merle Oberon.



Actriz de Hollywood y estrellato:

Sus interpretaciones en Cárcel de mujeres y Piel canela abrieron a Sara Montiel las puertas para entrar a Hollywood en 1954. Allí llegaría a ser la primera artista española en obtener éxito, trabajando con varias de las máximas figuras del Star-system de la época como Gary Cooper, Burt Lancaster, Joan Fontaine y Vincent Price.



Su primer trabajo en la «Meca del cine» fue en el western Veracruz, dirigido por Robert Aldrich con un plantel de célebres actores tales como Gary Cooper, Burt Lancaster, Denise Darcel, Cesar Romero, Ernest Borgnine y Charles Bronson. Con Veracruz, donde encarnaba a una guerrillera mexicana bondadosa y temperamental, Sara Montiel logró índices de popularidad que jamás había tenido una artista española. En los créditos de esta cinta apareció con el nombre de Sarita Montiel, y así figuraría en sus restantes trabajos en Hollywood, donde llegó a ser apodada «la bomba latina».



Según varias fuentes, la actriz recibió la oferta de un contrato estándar de siete años por parte de Harry Cohn, magnate del gran estudio estadounidense Columbia Pictures, pero lo rechazó pues temía que un acuerdo de exclusividad la encasillase en papeles de hispana. Por ello, sus siguientes trabajos fueron como actriz independiente para distintas productoras, de tal manera que llegado el momento tendría libertad para regresar a España sin seguir atada a un contrato. Inquieta, muy observadora y con afán de aprender, Sara se familiarizó con el proceso técnico de los rodajes; aprendió nociones de fotografía e iluminación, e incluso cómo montar los negativos de película.



Su segundo trabajo en Estados Unidos fue la película musical Serenade (conocida en español como Serenata o Dos pasiones y un amor), basada en un relato de James M. Cain y protagonizada por el tenor y actor Mario Lanza. Él contó que eligió a Sara como partenaire a raíz de que su hija Colleen la vio en una revista mexicana y opinó: «Es la mujer más guapa que he visto en mi vida». El reparto de Serenade incluyó a dos estrellas ya legendarias: Joan Fontaine y Vincent Price. El rodaje comenzó con una mala relación entre las dos actrices principales, lo que en cierta manera reflejaba la tensión de sus personajes: en una memorable escena, Sara da unos pases de toreo y amenaza a Joan apuntándola con un estoque. Por suerte, la actriz española se ganó la amistad de la diva americana con un halago: durante la toma de unos primeros planos donde Joan Fontaine no aparecía, Sara le rogó que permaneciese ante ella, a fin de sentir mejor las emociones de la escena. Se hicieron amigas, y Fontaine la ayudaría a conseguir su siguiente papel. Durante el rodaje de esta producción Sara Montiel conoció a quien sería su primer esposo, Anthony Mann, el director de la cinta, y en los descansos trató con Elizabeth Taylor y James Dean, quienes rodaban Gigante en un plató cercano.



Durante una breve estancia en España Sara rodó El último cuplé, y sin esperar a su estreno, regresó a Estados Unidos para abordar su tercer filme en Hollywood, en esta ocasión para la compañía RKO Pictures: Run of the Arrow de Samuel Fuller (película que en España fue estrenada como Yuma). Este filme fue producido por el marido de Joan Fontaine, quien intercedió para que Sara obtuviese el único papel femenino relevante. Aquí ella interpretaba a una india sioux y tuvo por compañeros a Rod Steiger, Ralph Meeker, Brian Keith y nuevamente a Charles Bronson. El director Samuel Fuller relató que Sara congenió rápidamente con los indios reales que participaban en el filme como figurantes; en poco tiempo se entendió con ellos, lo cual llamó la atención de Clark Gable, quien rodaba otra película en un paraje cercano y acudió a conocer a la actriz española. Otro dato curioso es que según algunas fuentes, la voz de Sara fue doblada por la joven actriz Angie Dickinson.



Rodeada de estrellas:

Durante su estancia en Estados Unidos, Sara Montiel se integró en los círculos sociales de las grandes estrellas del cine y el espectáculo, que entonces eran casi inaccesibles para los artistas hispanos. Gracias a sus prometedores trabajos en Hollywood y a su matrimonio con Anthony Mann, trató con muchos de los ídolos que había admirado desde niña así como a las jóvenes estrellas que empezaban a destacar: Marlene Dietrich, Ingrid Bergman, Greta Garbo, Frank Sinatra, Alfred Hitchcock, Henry Fonda, Kirk Douglas, Bob Hope, Marlon Brando, James Dean, Rock Hudson... Se conservan fotografías que testimonian muchos de estos encuentros. Marlene Dietrich le dio consejos sobre moda (por ejemplo, opinó que los colores que más favorecían a Sara eran el blanco, el negro y el rojo) y Sara tuvo invitada en su casa a la legendaria Greta Garbo, entonces ya retirada del cine y que no se dejaba ver en actos públicos. Como prueba de la confianza que tenían, la Garbo jugó al tenis con Anthony Mann y almorzó con la pareja tras ducharse en su cuarto de baño.



En Nueva York Sara Montiel llegó a conocer a Marilyn Monroe y a su esposo, el escritor Arthur Miller, así como a los músicos Leonard Bernstein y Stephen Sondheim, quienes entonces componían el musical West Side Story. Sara igualmente trabó amistad con la actriz que sería protagonista de la película homónima: Natalie Wood, a quien dio consejos sobre maquillaje. En una ocasión Sara y la cantante Billie Holiday acudieron juntas al restaurante "Four Seasons" de Nueva York, y como no dejaron entrar a Holiday por ser de raza negra, la actriz protestó arrancando los manteles de varias mesas, con lo cual rompió unos platos y fue multada. Trató con Marlon Brando cuando éste rodaba Sayonara y el musical Guys and Dolls con Sinatra; ella relató que no sucumbió al sex appeal del joven actor, si bien entablaron cierta amistad y Brando acudió una mañana a la casa de la actriz española para probar unos huevos fritos con ajo típicos de su tierra.



Aunque Sara Montiel tenía proyectos para realizar otras películas en Estados Unidos, como The Americano (con Glenn Ford) o The Burning Hills (1956), ella decidió tomarse unas vacaciones regresando a España, tras una ausencia de más de cinco años. Iba a ser un regreso sólo temporal, pero súbitamente la actriz alcanzó tal éxito en su país con El último cuplé, que una vez rodado Yuma optó por establecerse en España y no volver a trabajar en Hollywood. Entre los filmes que no rodó, se menciona también La esclava libre con Clark Gable, donde el papel previsto para ella lo hizo Yvonne de Carlo. Incluso se ha dicho que Orson Welles barajó contratarla para un papel en Sed de mal.



El último cuplé:

Aprovechando un viaje a España por vacaciones antes del rodaje de Yuma, Sara rodó en 1957 una cinta de bajo presupuesto titulada El último cuplé dirigida por Juan de Orduña, que realizó más por amistad y gratitud que por dinero. Nueve años antes Orduña había contribuido a dar a conocer a Sara con Locura de amor. A pesar de su difícil financiación y modestos medios (los decorados eran de cartón y algunos vestidos, de papel) El último cuplé fue un éxito de taquilla inmenso, en parte porque Sara incluía números musicales con una voz, susurrante y grave, totalmente opuesta al tono atiplado de Raquel Meller, Imperio Argentina y otras estrellas españolas de la canción. Sus interpretaciones de Fumando espero y El relicario serían recordadas durante generaciones.



Apogeo de su faceta cinematográfica:

El último cuplé logró distribución internacional, al igual que su álbum de canciones, y marcó un hito en el cine español por su recaudación, por lo que Sara Montiel firmó un contrato multimillonario para realizar películas de producciones europeas (hispano-francesas-italianas) que la convirtieron en la estrella de habla española mejor pagada de la década. Se dijo que con La violetera empezó a cobrar un millón de dólares por cada película y su correspondiente disco (al cambio, unos 40 millones de pesetas de la época), cifra que de ser cierta igualaría el sueldo que firmó Elizabeth Taylor años después por Cleopatra. Disfrutando de condiciones tan ventajosas, Sara decidió no regresar a Hollywood, donde temía que su origen hispano la seguiría condicionando laboralmente. Y en una ocasión lo explicó así: «Después del éxito de El último cuplé, ¿iba a seguir haciendo de india?».



La violetera, ya con más presupuesto y rodada parcialmente en París, fue otra producción de éxito. Con el italiano Raf Vallone como coprotagonista, se proyectó en el parisino Gaumont Palace, por aquel entonces la sala de cine más grande del mundo, con capacidad para más de 4.600 espectadores. En La violetera y en su siguiente película, Carmen la de Ronda (con Jorge Mistral como galán), la artista volvió a cantar con su voz grave y estilo particular, lo que redoblaba el atractivo de su indudable fotogenia y exuberante figura. Las canciones de estos filmes se publicaron en álbumes que alcanzaron enorme difusión; se distribuyeron incluso en Grecia y Brasil, alcanzando tales ventas que superaron las que en esos momentos tenían Frank Sinatra y Elvis Presley.7



A dichos filmes les sucedieron otros doce en los siguientes quince años, todos dentro del género de cine musical y enteramente concebidos para el lucimiento de su protagonista, con argumentos de melodrama y un cuidado vestuario que en muchos casos, por su audacia, generaba problemas con la censura. 



La explotación comercial de estas películas era tan grande y se prolongaba tantos meses, que el estreno de alguna se aplazó para que no compitiese con la anterior. Entre ellas se pueden citar: Pecado de amor, La Bella Lola (adaptación libre de La dama de las camelias), La dama de Beirut, Samba (rodada en Brasil), Esa mujer (1968; dirigida por Mario Camus con guion de Antonio Gala) y Varietés (con Vicente Parra, dirigida por Juan Antonio Bardem). Varios de estos filmes se rodaron con galanes extranjeros como el argentino Alberto de Mendoza, el belga Fernand Gravey, el francés Maurice Ronet (luego famoso por su papel en A pleno sol de René Clement), el norteamericano Craig Hill y los italianos Giancarlo Viola y un joven Terence Hill (cuando aún se llamaba Mario Girotti). La actriz era tan rentable que en ocasiones pudo elegir a sus compañeros de reparto, al director de fotografía e incluso intervino en la elección o sustitución de algún director.



Durante esta época, las películas de Sara Montiel causaban tal sensación que se estrenaban en lugares tan lejanos como El Cairo y Bombay. En París eclipsaron a títulos tan célebres como Trapecio (con Burt Lancaster, Tony Curtis y Gina Lollobrigida) y obligaron a aplazar los estrenos de El puente sobre el río Kwai y de Una Parisina de Brigitte Bardot. En una ocasión la actriz acudió al Festival de Venecia con su marido Anthony Mann, que presentaba su nuevo filme, y la popularidad de ella era tal, que la aconsejaron que no acudiese para no eclipsarle a él. En el Festival de Cine de San Sebastián de 1958, Sara permaneció firmando autógrafos durante una hora y cincuenta minutos.



Por desgracia, según los críticos, Sara Montiel terminó «muriendo de éxito» como actriz: las ansias comerciales de los productores y el deseo de no defraudar a sus admiradores la llevaron a encasillarse en un género melodramático sin evolución que a principios de los años 70 perdía gancho frente al nuevo cine de destape.



Retirada del cine:

Con la llegada de la Transición política en España y el predominio de las películas eróticas y cómicas de destape, Sara Montiel decidió dejar el cine con apenas 46 años de edad; pero se volcó en su faceta musical, mayormente con recitales en teatros y presentando programas de variedades en televisión. Retuvo una extraordinaria popularidad y se ganó la admiración de nuevas generaciones de cinéfilos, escritores y músicos; el escritor Terenci Moix la apodó «Saritísima» y dijo de ella, entre otras cosas: «Ella es nuestra Mae West; representa la inspiración máxima del erotismo tranquilizador, donde la agresividad de la hembra manchega viene suavizada por sus extravagancias externas: vestuario, fraseología, simpatía, canciones...».



Prueba de la veneración que aún suscitaba cumplidos los 60 años fue su ambicioso disco Purísimo Sara (1988), con canciones nuevas creadas para ella por músicos como José María Cano (integrante del grupo Mecano), Joaquín Sabina, Javier Gurruchaga, Antonio Carmona, Carlos Berlanga, Nacho Canut y Óscar Gómez, quien así mismo fue el productor del álbum. Este trabajo fue el retorno de Sara al mercado discográfico tras una década de ausencia, en la que había ofrecido principalmente recitales en vivo; y fue un álbum muy cuidado: grabado en Londres (en parte, en los míticos Abbey Road Studios) con un repertorio variado en temas y estilos, con un lujoso acompañamiento orquestal y con una imagen renovada. Buena prueba del esmero puesto en este proyecto fue la participación de la diva de la ópera Montserrat Caballé en la canción "La Violetera". Purísimo Sara logró notables ventas (llegó a ser Disco de Oro y luego Disco de Platino en España), mereció un premio en Nueva York y su éxito comercial propició otros dos álbumes en los tres años siguientes.



Aunque diversos directores como Pedro Almodóvar ofrecieron guiones a Sara Montiel, ella se mantuvo firme en su negativa a regresar a la gran pantalla; afirmaba que el antiguo Star-system había desaparecido y que ella no encajaba en el nuevo tipo de cine que se estaba produciendo. Con todo, en 2011 reapareció sorpresivamente rodando algunas escenas para la película Abrázame, debut del director manchego Óscar Parra de Carrizosa aún por estrenar. Hizo un breve papel paródico interpretándose a sí misma.



 



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