Labiografia.com Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) Arte

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Pintor, escultor, arquitecto, poeta e ingeniero militar, de talento excepcional, sobresale en todos los campos convirtiéndose en el genio del Renacimiento y del arte universal. A la edad de seis años queda huérfano de madre; su padre, un burgués arruinado y huraño, parece ser la causa determinante que lo convierte en un hombre solitario, de carácter apasionado y con grandes conflictos sexuales. Algunos historiadores se atreven a afirmar que tenía fuertes tendencias homosexuales. Sin embargo, las grandes preocupaciones artísticas lo mantuvieron alejado del trato trivial con los demás y sus hábitos nunca dieron pie a la censura. Existe un episodio en su vida que ahonda su carácter taciturno: un tal Torrigiani consideraba muy insolente la actitud del joven artista, así que le propina un tremendo golpe que le deforma la nariz. Desde muy temprana edad se enfrenta a su padre para poder estudiar pintura. Con su vasta e innovadora producción, rompe con la imitación que caracteriza el período anterior a su existencia (1420-1500). Artista inigualable, con un sentido dramático y apasionado de la vida, en 1488 ingresa en el taller de Ghirlandaio donde conoce a Lorenzo el Magnífico, quien lo toma bajo su protección y lo integra en un círculo de gente poderosa. Hay que aclarar que, aunque recibían beneficios de sus protectores, los artistas se veían obligados a someterse a sus caprichos, lo que les restaba libertad en su creatividad. En 1492 muere Lorenzo, y Miguel Ángel empieza una vida rica en acontecimientos. Conoce a Pedro de Médicis. Se traslada a Roma, en 1496, donde esculpe La Piedad, su primera obra maestra, en la cual contrasta a Cristo muerto con una María más joven que él, para mostrarla siempre virgen. Ella apenas tiene edad para cargar un bebé y no la suficiente para dar apoyo en su regazo a un hombre muerto. Realiza la obra por encargo del cardenal francés Juan de Groslaye de Villiers, abad de Saint-Denis y embajador de Carlos VIII por un valor de 450 ducados de oro. El notario consignó en el contrato que la estatua sería la más hermosa de Roma y que ningún maestro podría hacerla mejor. En 1501 regresa a Florencia donde realiza majestuosamente el David, a la edad de 26 años, obra plenamente renacentista cuya forma y belleza es ajena a toda preocupación moral. En ella expresa la fuerza armoniosamente contenida. Este David lo esculpe en un bloque de mármol que había sido abandonado por Duccio. En su trayectoria como artista prefiere llevar una vida modesta, pese a las comodidades que continuamente se le ofrecen. Cree firmemente que el artista no debe limitarse a la imitación de la naturaleza, sino reflejar un ideal en su obra. Con el Juicio Final renueva los cánones clásicos de la forma. En 1505, el papa Julio II lo llama al Vaticano y le encomienda la construcción del Mausoleo, obra que amó por encima de todas y que nunca pudo terminar. Entre 1508 y 1512, pinta los frescos de la capilla Sixtina, obra definitiva del Renacimiento. Mientras Miguel Ángel pinta la bóveda de la capilla Sixtina, Rafael y Bramante trabajan en El Vaticano. Otras obras dignas de mencionar son La Piedad de Rondanini, sobrecogedora y patética (Palacio Rondanini, Roma), la cabeza de Moisés, esculpida para la tumba del papa Julio II (Basílica de San Pedro, Vaticano), Los esclavos (1513, Louvre), Sepulcro de los Médicis (1521, Florencia), La Sagrada Familia (1503, Uffizi, Florencia), El Juicio Final (1543), la escalera de la Biblioteca Laurenciana (1534), la fachada de San Lorenzo de Florencia (1518) y la plaza del Capitolio con el palacio de los Conservadores (1563). Miguel Ángel siempre interpreta a Cristo muerto, nunca en la resurrección. La insistencia de la muerte, la humillación extrema de un Dios, hacen prever ya el barroco. Miguel Ángel no debe verse como historia antigua, es un hombre agobiado por la condición humana, dispuesto a defenderse de ella y a proyectarla en su obra, en permanente protesta contra lo absurdo y las imposiciones establecidas en su época. Sus restos descansan en la iglesia de La Santa Cruz en un sepulcro erigido por su amigo, discípulo y biógrafo Jorge Vasari.

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