Émile Zola (0000-0000) Historia
1 Un visitante nos comenta . Émile Zola era hijo de un ingeniero italiano naturalizado en Francia y de madre francesa. Pasó los dieciocho primeros años de su vida en Aix-en-Provence, cuya campiña recorrió en compañía de Paul Cézanne. En 1858 volvió con su madre a París y empezó su carrera literaria como un romántico más. Sin embargo, impresionado por el audaz realismo de Germinie Lacerteux (1865), la famosa novela de los hermanos Goncourt, Émile Zola se lanzó atrevidamente en la dirección que esta discutida obra señalaba y en 1867 ganó los primeros lauros en las letras francesas con la publicación de Thérèse Raquin, primera de sus novelas que ilustra la teoría del «naturalismo», término que Zola popularizó para designar la sistemática aplicación del método científico a la literatura.En una serie de ensayos titulados Le roman expérimental (1880), inspirados en la Introduction à la médicine expérimentale (1865) de Claude Bernard, Émile Zola trató de probar que los métodos del novelista deben identificarse con los del científico positivista, a saber: observación, hipótesis y experimentación. Para completar la base científica de su teoría naturalista, influida por el ascendente darvinismo, utilizó el determinismo ambiental expuesto por Taine en su Histoire de la littérature anglaise (1864-69) bajo los conceptos de moment, race, milieu (época, raza, medio) y en el tratado sobre la Herencia (1868-69) del Dr. Prosper Lucas.Émile Zola (retrato de Manet) Así concebida, la función del novelista consiste en presentar caracteres (por la vía de la documentación y el análisis científicos) cuya conducta psicológica y moral sea el resultado directo de la herencia y el medio ambiente. Para ilustrar su teoría, Zola publicó en 1871-93, con extraordinario éxito, los 20 volúmenes de Les Rougon-Macquart, novela cíclica que, inspirada en parte por la Comédie humaine de Balzac, se proponía presentar una «Historia natural y social de una familia durante el II Imperio», como reza el subtítulo. Cinco generaciones de Rougons, Marquarts y Mourets demostraban el determinismo, mejor que destino, de una herencia biológica (averiada, por supuesto) sometida a un medio social concreto. La vastedad del proyecto y su documentalismo le permiten novelar la historia con más doctrinarismo que inspiración y arte, recorriendo los ambientes de los arribistas y logreros, burgueses, funcionarios, militares, bohemios y proletarios tal como él los veía, es decir, sin deseo de complacer. Por lo mismo, los conservadores, clericales y bien pensantes le marcaron como autor escandaloso, y en España los imitadores de la novela naturalista fueron mucho más pacatos que el maestro.
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