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Biografia de manuel fraile miguélez

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Religiónmanuel fraile miguélez (1864-1928) Religión
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BIOGRAFÍA DEL PADRE MIGUÉLEZ

1.-Nacimiento y primeros estudios.

Manuel Fraile Miguélez nació en La Bañeza (León), el 7 de diciembre de 1864, en el seno de una familia humilde, de sanas costumbres como cristianos viejos que eran. Fue bautizado en la parroquia de Santa María de esa villa el día 13 del mismo mes. Su padre, Francisco Fraile Martínez, fue muy apreciado alguacil del Ayuntamiento de La Bañeza durante muchos años, hasta que enfermó de demencia y hubo que llevarlo a la casa de Orates de Valladolid donde murió. Su madre, Maria Antonia Miguélez Fernández, mujer virtuosa y honrada, no contaba con más bienes de fortuna que los que le proporcionaba su propia industria de vender alguna fruta y del trabajo de sus manos sirviendo en ocupaciones domésticas para otra gente, además de algún socorro que le enviaba el hijo mayor, ayudante de farmacia en Valladolid. El P. Miguélez en La Bañeza, 1915.

Tanto sus abuelos paternos como maternos tenían una posición desahogada; si no ricos, vivían con independencia y del provecho de sus labranzas y del oficio de zapatero. Fue Manolito un niño humilde, ajustado en su vida y costumbres, de genio pacífico y con inclinaciones religiosas. Vivió siempre al lado de sus padres y cursó sus estudios de primera y segunda enseñanza en la escuela de D. Toribio Moro de La Bañeza; también aprendió latín con un sacerdote amigo de la familia. A ambos les reconocerá Miguélez como sus primeros maestros. Fue confirmado en la iglesia de Santa María el 16 de octubre de 1879, a la edad de 15 años, y con 16 salió de La Bañeza para estudiar y vivir con su hermano en Valladolid.

…Estaba estudiando en Valladolid y ya no pensaba en ser religioso. Un día todo Valladolid desfilaba ante el convento de los PP. Agustinos Filipinos. Se iba a abrir el sepulcro del sabio religioso Beato Alonso de Orozco. Yo por curiosidad fui al Colegio. Abrieron el sepulcro y la sorpresa que experimentamos fue tremenda. Del cuerpo del Beato Alonso se escapaba un aroma celestial, un aroma divino. Eran los aromas del cielo, los aromas de la santidad. Yo no sé lo que pasó por mí, aquel aroma prendió en mi alma y aquel día pedí el ingreso en el convento.
(Del discurso del P. Miguélez a los niños de La Bañeza, 1915)

El 19 de diciembre de 1881 Fray Eugenio Álvarez Novoa, Rector del Real Colegio Seminario de PP. Agustinos Calzados, misioneros de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Islas Filipinas, solicitó al obispo de la diócesis de Astorga remitiera al Sr. Cura párroco de Santa María de La Bañeza, para que informase, por medio de un exhorto, acerca de los particulares de Manuel Fraile Miguélez, de 17 años, … “que dice ser de La Bañeza y pide ser admitido y vestir el hábito religioso de nuestra Orden en este Colegio”. Todo aspirante al noviciado debía estar avalado por tres testigos del mismo lugar de residencia pero sin relación familiar con el postulante. Debían ser católicos, apostólicos y romanos, de los más ancianos y mejor reputados de la población. El cura párroco, D. Manuel José Rodríguez, acordó la aceptación y cumplimiento del cuestionario de 12 preguntas que respondieron los vecinos don Agustín Rubio Santos, de 69 años, viudo y labrador; don Juan Moro Portocarrero, de 82 años, viudo y propietario; y don Bernardo Pérez Rubio, de 60 años, viudo y labrador. Manuel Fraile Miguélez fue admitido como novicio en el Colegio de los PP. Agustinos Filipinos de Valladolid donde, tras un año de probación, declaró el 16 de Enero de 1883:

…“hago libre, de mi propia voluntad y espontáneamente los tres votos simples, en el modo y forma que en la Bula se ordena: y prometo obediencia a Dios Todopoderoso, y a la Bienaventurada siempre Virgen María, y al Bienaventurado Padre San Agustín, y a ti, R. P. Fr. Eugenio Álvarez, Rector de este Colegio Seminario de Valladolid, y el vivir sin propio y en castidad según esta Regla del mismo San Agustín, nuestro Padre hasta la muerte”. Dio fe del juramento Fr. Tirso López, Maestro de Novicios y profesor durante los tres años de Filosofía que cursó Miguélez en ese colegio, con excelentes notas en Historia de la Filosofía, Metafísica y Ética.



2.- Formación Agustiniana.

En 1885 Miguélez pasó al Colegio de La Vid (Burgos) para emprender los estudios teológicos en el Monasterio de Santa María. Aunque delicado de salud, los estudios constituyeron para él una verdadera obsesión. A costa de no pequeños sacrificios en sus deberes de estudiante, se dedicó con el mismo fervor e idéntica penetración de espíritu a los trabajos de ardua investigación histórica, así como a los de amena literatura. De lo primero son prueba fehaciente las reformas que llevó a cabo en el magnífico moneta¬rio del Padre Flórez del colegio de la Vid, cuya colección clasificó y ordenó, sin otro estimulo que la afición. Tuvo como compañero de promoción a Francisco Blanco García, de su misma edad y natural de Astorga. Sus carreras discurren paralelas hasta la temprana muerte del eminente autor de la Historia de la Literatura Española en Jauja, Perú, (1903). Ambos colaboraron desde sus inicios en la “Revista Agustiniana”, fundada en Valladolid, en 1881, por el padre Tomás Cámara, y los dos coincidirán como profesores en El Escorial e intervendrán satisfactoriamente en el Caso Verdaguer, de gran resonancia social y religiosa.

El primer artículo de Manuel Fraile Miguélez es una carta a su maestro Fr. Tirso López: Fiestas de N. P. S. Agustín y de Nuestra Señora de la Consolación en el Colegio de La Vid, que fue publicado en la “Revista Agustiniana”, (7-09-1886). Esta revista cambió su cabecera por “La Ciudad de Dios” y publicó en 1887 su primer trabajo importante: El Padre Flórez y la numismática española. Se estudia en esta obra la situación en que se encontraba la ciencia numismática en España y la perfección a que elevó esta clase de estudios el Padre Flórez con sus libros. Miguélez fue llamado para que ordenara y clasificase el abundante monetario de la Real Biblioteca de El Escorial, alternando este trabajo con sus estudios eclesiásticos pendientes. Por esas fechas de 1887 tuvo ocasión la celebración del XV Centenario de la Conversión de San Agustín en el Real Monasterio de El Escorial. El Cronista Miguélez narra con profundidad de detalles los fastuosos eventos de tal conmemoración para “El Norte de Castilla” de Valladolid,(8 y 10 de Mayo de 1887). Un año más tarde sale publicado en “La Ciudad de Dios” El Monetario de El Escorial, un documentado estudio ensalzando la riqueza numismática de la colección real. Destaca Miguélez en este trabajo la grandeza histórica de la colección de monedas que Felipe II heredó de su padre Carlos V, heredero a su vez de la colección de monedas del Rey Alfonso V de Aragón, considerado el iniciador de la numismática. El autor deplora el mal estado en que se encontraba y aporta interesantísimos datos y documentos de las colecciones más importantes de España.

Por su afición e inclinación decididas a los estudios literarios y arqueológicos, antes de terminar la carrera eclesiástica en El Escorial, fue enviado de nuevo al Colegio de Valladolid, al lado del P. Muiños Sáenz, con destino a la redacción de “La Ciudad de Dios”, en la que trabajó incansablemente. En 18 termina en este seminario los estudios teológicos bajo la dirección de su antiguo maestro e historiador padre Tirso López. Manuel Fraile Miguélez, recién cumplidos los 24 años, fue ordenado diácono y sacerdote por el cardenal Sanz y Forés cantando la primera misa el día de su santo, 1 de Enero de 1.889. Durante su estancia en Valladolid, además de seguir colaborando en “La Ciudad de Dios”, registró las bibliotecas y archivos de la ciudad, pasando largas temporadas investigando en el archivo de Simancas, donde con paciencia benedictina trabajó en el descubrimiento de documentos históricos cuyo resultado fue su primer libro: Un proceso inquisitorial de alumbrados en Valladolid, o vindicación y semblanza de la Monja de Carrión, (Valladolid, 1890). Es una semblanza perfecta y vindica¬ción briosa de la célebre Monja de Carrión, sobre cuyo ruidoso proceso inquisitorial habían escrito no pocas inexactitudes Cánovas del Castillo, Silvela y Menéndez Pelayo en su celebre Historia de los heterodoxos de España. A don Marcelino se dirige personalmente el autor por medio de este libro. …“En esta primera obra se ostentan ya con pujanza las cualidades que siempre fueron características del Padre Miguélez como escritor: amor profundo a la verdad histórica, imparcialidad acendradísima de criterio para juzgar hechos y personas, honda perspicacia de espíritu para discernir lo verdadero de lo falso, dicción castiza, suelta y elegante, aún tratando de los más áridos asuntos”.

En 1892, la revista “La Ciudad de Dios” se traslada definitivamente a El Escorial y allí la siguen los redactores Francisco Blanco García,-llegará a ser el director de la revista-, y Manuel Fraile Miguélez. Ambos fueron nombrados profesores la Universidad Escurialense. Miguélez de Historia Crítica y el P. Blanco de Literatura. Años más tarde, el padre Miguélez quedó agregado a la “Provincia Matritense” de la orden agustiniana en la que inmediatamente se le honró con el título de Lector, ejerciendo el profesorado en el Colegio Universitario María Cristina de El Escorial. En 1895 se publicó en formato libro su obra más reconocida, Jansenismo y Regalismo en España, (datos para la historia). Cartas al Sr. Menéndez Pelayo (Valladolid, 1895), que se estaba publicando por entregas en “La Ciudad de Dios”. Con esta publicación Fr. Manuel F. Miguélez sube a la palestra pública de los escritores católicos españoles. Las motivaciones que le llevaron a escribirlo las presenta él mismo en el prólogo:
…”Si hubiera guiado mi pluma el deseo de aminorar la ajena reputación, y no el poner las cosas en su debido lugar, dando a cada uno lo que en justicia le pertenece, pronto habría cambiado de sistema y abandonado la narración sencilla de los sucesos que motivan este libro, para entrar en otro género de reflexiones a que darían natural impulso los trabajos de zapa de aquellos a quienes no ha gustado oír verdades que, a pesar mío, les molestan. Los que han hecho llegar a mis oídos amenazas de réplicas ruidosas, con el piadoso fin, sin duda, de ver si asustado me paraba en medio del camino, ya pueden lanzar al publico sus lastimeras quejas; pero, como autor responsable de mis afirmaciones, sentiría, por su bien, me obligasen a evidenciar algunas cosas que he insinuado y otras que me reservo.”.
Para trazar las vibrantes páginas de esta gran obra histórica, sepultura de tantos errores, de tantos engaños apañados y que tantas ronchas había de levantar, reunió el P. Miguélez un copioso número de interesantísimos documentos, muchos de los cuales se hallaban olvidados bajo el polvo de los archivos. Gracias al descubrimiento de estas ignoradas fuentes, han desaparecido de la Historia de España no pocos lunares y lagunas que afeaban los anales españoles del calamitoso siglo XVI: “… el P. Fraile Miguélez descubre los medios ocultos e indignos que se pusieron en juego para que la proscripción de las obras del Cardenal Noris por la Inquisición Española prevaleciera sobre los decretos de Roma que las aprobaban y recomendaban; da noticias muy interesantes sobre la persecución entablada contra las doctrinas de San Agustín y de su escuela; de las vejaciones e insultos de que fueron objeto los Agustinos durante siglos por los que se prevalían de su poder y preponderancia cerca de los tronos y en los pue¬blos para imponer sus ideas y política; defiende, por fin, valientemente a la Orden Agustiniana en España del odioso estigma de jansenismo con que escritores incons¬cientes o sobrados astutos la han inculpado”.
El ilustre agustino, que tan alto favor prestó a la Patria con la publicación de este libro, experimentó la honda satisfacción de ver realizados los ideales que le impulsaron a escribirlo. Pero más que los elogios de la prensa, el homenaje que más agradeció el P. Miguélez, y con el cual se juzgó bien pagado de los desvelos que le costó escribir Jansenismo y Regalismo en España, fue la carta que el Excmo. Cardenal Rampolla le dirigió desde Roma con fecha de 3 de Enero de 1896, mani¬festándole la singular complacencia con que el Padre Santo León XI había recibido un ejemplar de la obra y la Bendición Apostólica que por su mediación le enviaba.Todos estos trabajos fueron escritos entre los veintidós y los treinta y un años, durante los cuales el Padre Miguélez tenía que hacer compatibles con sus deberes religiosos. Tanta actividad quebrantó su ya débil salud y los superiores, para distraerle, le mandaron viajar por algunas regiones de España. De esos viajes se sirvió el P. Miguélez para aumentar sus conocimientos eruditos y artísticos, sin dejar jamás la pluma; porque la pluma ha sido su pasión, o lo que algunos llaman “borrachera de los libros”.

3.- La erudición al servicio de la Fe.
Tras varios meses de descanso, en 1897, el Padre Miguélez, con 34 años, recibe la orden de traslado a la Residencia que los P.P. Agustinos tenían entonces en la calle Valverde, 17 de Madrid. En el Oratorio del Espíritu Santo trabajó con fruto desde el púlpito y en el confesionario sin dejar de colaborar en “La Ciudad de Dios”. Es este un período de lúcida madurez y de eminente esplendor del humilde fraile agustino: el de la erudición al servicio de la Fe. Quiso la Providencia que el Padre Miguélez fuese el cirineo de mosén Jacinto Verdaguer en su calvario personal por conseguir el ex-eat del obispo de Vich. La intervención de los agustinos en el caso Verdaguer resultó decisiva para que el sacerdote catalán volviera a decir misa. El padre Miguélez pasó a ser el mentor del penado Mossèn Cinto durante su estancia en Madrid e intervino con arduas gestiones entre varios obispos de España, - el de Vich, Dr. Morgades, el de Madrid, Dr. Cos y Macho, el de Teruel, Dr. Estadella, y el agustino Padre Cámara, a la sazón obispo de Salamanca. Aciagas circunstancias tuvo que sobrellevar el padre Miguélez durante los noventa días que cambiaron la vida de Verdaguer. Con tesón y valentía y la fe en la inocencia del limosnero de los Comillas, consiguió el exeat del obispo de Vic y la rehabilitación sacerdotal de Verdaguer. El místico poeta de En defensa propia alzó el cáliz de la consagración eucarística en su nueva primera misa, el 12 de febrero de 1898, festividad de Santa Eulalia y patrona de Barcelona. El padre Miguélez hizo de monaguillo.
Secundando las iniciativas del Padre Cámara y del señor Ortí y Lara, el Padre Miguélez influyó directa y eficazmente en la fundación de El Universo (1-10-1900), primer gran rotativo católico que tanto había de luchar por los altos intereses de la Religión y de la Patria, tal y como reclamaba la nueva doctrina social de la Iglesia impulsada por los papas León XI y Pío X. Muy celebrada fue su carta abierta al diputado a Cortes Sr. Canalejas, tras su discurso en el Congreso contra el clericalismo, reproducida en otros diarios de España. El Padre Miguélez, por medio de ese artículo en “El Universo” (17 Dic. 1900), retaba al político radical a un debate público sobre el clericalismo. Reto que el político aceptó siempre y cuando no se utilizase el Heraldo que él dirigía. Ese mismo año se publicó en Madrid el Manual del archicofrade de la Virgen de Consolación y Correa de San Agustín, (con posteriores ediciones en 1905, 1912, 1920, 1929). De 1902 es su obra mística Los Tesoros de la Cruz, “son lec¬turas espirituales acomodadas a todos los estados, que vienen a llenar el vacío exis¬tente en esta época de falta de recogimien¬to, como un sedante que tonifique los ner¬vios y bañe de luz y de esperanza el alma”. El 10 de junio de 1902 muere en Barcelona Mosén Jacinto Verdaguer y, tras la muerte del genio de las letras catalanas, el Padre Miguélez se propone honrar la memoria del insigne poeta con la idea de publicar las obras completas de Verdaguer, en una edición bilingüe, a cargo de la Real Academia Española. Para ello, se dirigió a los poseedores de los derechos de autor de Verdaguer, en manos de la familia Durán. Esta iniciativa generó un extenso epistolario entre D. Antonio Maura, a la sazón presidente del gobierno de España y académico de la Real, con Miguélez de intermediario con los herederos de Verdaguer. El proyecto no cuajó por circunstancias ajenas a la iniciativa de Miguélez que batalló hasta lo imposible. Durante esos años, el Padre Miguélez volvió a intervenir en un arduo asunto de la iglesia catalana: el del hereje sacerdote Pey Ordeix, -caso nada estudiado y de índole muy distinta al Caso Verdaguer-. Tras cuatro años de intenso epistolario entre el cardenal Casañas, obispo de Barcelona, el tribunal de La Rota, el jesuita y académico padre Mir, el P. Miguélez y el sacrílego Pey Ordeix, quien, una vez arrepentido sacerdote, renunciaría a decir misa porque el cardenal Casañas, a modo de prueba, le había dado un permiso temporal de seis meses. Años más tarde, Pey Ordeix protagonizará el primer caso de secularización de un sacerdote de la iglesia católica española.
En 1903, con motivo del XXV Aniversario de la coronación de Su Santidad el Papa León XI, “La Ciudad de Dios” le rinde un homenaje literario y Miguélez colabora con su célebre artículo León XI místico, una loanza al Pontífice que: … llevó más lejos que nadie el espíritu de paz y misericordia. Suya es la frase de que “era preciso salvar la sociedad presente con los excesos de la caridad”. El Padre Miguélez siguió colaborando asiduamente con artículos en la prensa del momento, además de en “El Universo” y en “La Ciudad de Dios”. Redactó el prólogo biográfico, crítico y apologético de Fray Luís de León para la 1ª edición, corregida a la vista de las mejores, de Los Nombres de Cristo del “Apostolado de la Prensa”. También dirigió, corrigió y amplió con nuevos capítulos y documentos la edición de D. Nicolás Millán: Vida de la Venerable Madre Sacramento, Vizcondesa de Jorbalán, Fundadora de la Comunidad de Religiosas Adoratrices, por el Excmo. Sr. D. Tomás Cámara, Obispo que fue de Salamanca. La edición de esta obra causó grandes sinsabores al P. Miguélez, quien trabajó con gran constancia por remozar toda la obra, contando para ello con documentos originales valiosísimos desinteresadamente puestos a su disposición. ….El P. Fraile jamás se propuso otros fines que el de ensalzar la memoria bendecida de la Venerable Sacramento, poniendo de manifiesto muchos e interesantes rasgos de su vida, ignorados o poco conocidos por el P. Cámara; nunca pensó que la recompensa que había de recibir por tan meritoria obra, llegara a traducirse por un desencanto en su carrera de escritor. Al dar cuenta de la presente edición en la nota bibliográfica del P. Cámara, nada manifestamos acerca de lo sucedido con respecto a la propiedad intelectual de la obra, reconocida y sentenciada por el tribunal competente a favor del P. Miguélez, historia que no hemos de contar en este lugar por las mismas razones que entonces nos movieron a omitirla. (P. Gregorio S. Vela; Ensayo…).
4.- El Padre Miguélez historiador y bibliotecario segundo de la Real Biblioteca de El Escorial.
A la edad de 45 años, el Padre Miguélez acompañó a Monseñor D. Ignacio Montes de Oca, Arzobispo de San Luís de Potosí, con el mandato de impartir Historia Eclesiástica Española, relacionada con las tres centurias de dominación de España en Méjico, en los seminarios de sus dos diócesis, la de San Luís y la de Tamaulipas. Miguélez permaneció en México dos años registrando archivos y bibliotecas para escribir su patriótica obra sobre La Independencia de México en sus relaciones con España,(Madrid,1911). Los sucesos acaecidos en Méjico con motivo de la revolución Maderista, que destronó a Porfirio Díaz, obligaron al Padre Miguélez a regresar a España, siendo destinado a Mallorca, como conventual de la Comunidad de Ntra. Sra. del Socorro de Palma de Mallorca, de la Orden de San Agustín, el 21 de Julio de 1911. Durante su corta estancia en ese convento también desplegó el P. Miguélez su asombrosa actividad investigadora, dejando su impronta en dos tomos de documentos jovellanistas y varios artículos en “El Correo de Mallorca”, con motivo del centenario de la liberación de Jovellanos del Castillo de Bellver de Palma de Mallorca. En el Capítulo Provincial del día 10 de julio 1912 sería nombrado Bibliotecario Segundo de la Real de El Escorial, ocupación que ejercerá hasta el final de sus días.
…Pero estamos seguros de que las pruebas de cariño que más honda¬mente penetraron su alma generosa, fueron las recibidas de su pueblo natal. La Bañeza, orgullosa de los prestigios que enalte¬cían la figura relevante del P. Miguélez, le nombró su Hijo Ilustre y honró en 1915 dando a una de sus mejores calles el nombre del sabio religioso agustino. Con tal motivo celebráronse en la expresada ciudad jubilosas fiestas populares, a las que concurrió el P. Miguélez, para agradecer en un sentido y elocuente dis¬curso la grandiosidad de aquel inesperado tributo de admira¬ción y afecto, que conmovió todas las fibras de su ser por lo espontáneo y cordial.(P. Gil Prieto; Semblanza del P. Miguélez). La prensa local de La Bañeza rindió tributo al ilustre bañezano editando para la ocasión un tríptico con datos biográficos del R. P. Fray Manuel Fraile Miguélez y su primera bibliografía, clasificada en Estudios apologéticos, Estudios numismáticos y arqueológicos, Estudios históricos, Estudios místicos y de Crítica literaria y Poesía. Total de obras publicadas: 50, incluido el manuscrito inédito sobre el Caso Vardaguer, El calvario de un poeta, cuya edición completa no se ha dado a conocer, al ser prohibida la publicación del mismo cuando estaba viendo la luz por entregas en el semanario “El Español” de Madrid, en 1963.
Los últimos años de la vida del P. Miguélez los pasó en El Escorial dedicados al estudio e investigaciones históricas, cuyo resultado son: Las relaciones histórico-geográficas de los pueblos de España. Hechas por orden de Felipe II y Catálogo de los Códices españoles de la Biblioteca de El Escorial. Relaciones históricas (2 tomos). Sobre estos trabajos, un crítico de la época escribió:

… “se trata de un opúsculo relativamente pequeño, pero de tan interesante materia que, en realidad, no es extraño a ninguna disciplina. Es, además, un instrumento de trabajo indispensable para toda persona erudita, porque en dicha obra se hallan las indicaciones necesarias para completar la historia de la misma Historia, de la Geografía, especialmente en su nomenclatura; de la Estadística, Política, Heráldica, Derecho, Administración pública, Justicia, Gobierno eclesiástico, Ordenes religiosas, Topografía, Climatología, Agricultura, Minería, Metalurgia, Comercio, Arte militar, Educación, Arquitectura, Bellas Artes, Nobleza, Privilegios, Monumentos eclesiásticos, Hagiografía, Historia de la Iglesia, Costumbres y otras cien formas diversas de la actividad y de la civilización humanas. El plan de la obra, así como los primores del estilo, corresponden a la bien cimentada fama de escritor eminente de que goza hace ya mucho tiempo el reverendo P. Miguélez. Contiene índice de códices catalogados por orden cronológico, alfabético y por número de relaciones de los autores, títulos anónimos y de los escritores citados para aclarar esas relaciones. (Tomo 1:Imprenta Helénica. Madrid,1917; Tomo 2:Talleres Voluntad. Madrid,1925 ).

Fray Manuel Fraile Miguélez murió en El Escorial el 15 de Mayo de 1928 a la edad de 64 años. El diario ABC de Madrid, en la edición de tarde del jueves 17 de Mayo de 1928, acoge el óbito del humilde fraile agustino con la siguiente nota necrológica:

No ha mucho, al relatar en estas mismas columnas de ABC la enfermedad y tan cristiana muerte del ilustre Vázquez Mella, un distinguido escritor, unido a él por estrechísimos vínculos de amistad, calificaba de santo al padre Miguélez con palabras que hirieron profundamente -nos consta- la modestia del humildísimo religioso, fallecido anteanoche en el Real Monasterio de El Escorial. Hoy, si no nos es lícito formar juicios, que a la Iglesia sola incumben, podemos, por lo menos, rendir sin trabas el tributo de admiración y justicia debido a uno de los más ilustres hijos de la Orden Agustiniana, cuyo nombre no era más conocido porque sobre su esclarecido talento, sus trabajos científicos y sus virtudes logró como proyectar una sombra su extremada humildad. Sus investigaciones y publicaciones sobre la Biblioteca de El Escorial han sido la labor de los postreros años de su vida y, tal vez su última hermosa página literaria, el prólogo de la obra del insigne Vázquez de Mella: “La filosofía de la Eucaristía”.

Continúa la nota con los datos biográficos del sabio P. Miguélez para concluir:

…Pero si sus muchas obras editadas han podido hacer célebre el nombre del ilustre agustino, su personalidad se definió principalmente como “director de almas”. En el silencio del confesionario ha hecho un bien incalculable y que solo Dios puede apreciar. Eran numerosos los penitentes que de Madrid acudían a El Escorial en busca de consejos, de su dirección, tan suave y paternal como mística y elevada. Hace unos años fundó, con unas cuantas almas escogidas, la “Casa de Nazareth”, en la que las religiosas tienen por fin primordial la oración e intercesión de los que no oran. A esta obra consagró sus desvelos y sus fuerzas ya agotadas, yendo, a larga distancia del Monasterio, y en el crudo invierno de la sierra, a decir su misa diaria a las monjitas, como simple capellán, cuando no lo tenían.

A juicio de la Historia de la Literatura Leonesa, Manuel Fraile Miguélez es la figura leonesa más brillante en el campo de la erudición al servicio de la fe y merecedor de una especial consideración. El P. Miguélez se inserta en dos coordenadas claramente per¬ceptibles y plenamente válidas. La primera es la agustiniana que trae sus aguas desde los agustinos Flórez y Risco. La segunda es la bañezana que le enlaza con los historiadores Juan de Ferreras (1652-Madrid,1735) y Agustín María de Castro(1740- Manila,1801). Ferreras, autor de la Historia de España (1700-1721), bibliotecario de Felipe V, primer sillón B de la Real Academia de la Lengua y autor del Diccionario Español(1739), y Agustín Mª de Castro, agustino también, misionero y predicador en las Islas Filipinas de las que extrajo su historia y costumbres en su abundante obra. Curiosamente, todos estos sabios clérigos descollaron en el horizonte de la Historia.
No obstante el espectro intelec¬tual del Padre Miguélez es más amplio. Maravilla parece que todo fuera así en su obra, cuando, en virtud de la obediencia profesada a la orden de San Agustín, fue trasladado intempestivamente de un lugar a otro, dificultando estos traslados la concentración y tranquilidad necesarias para toda labor de investigación. Manuel Fraile Miguélez, O.S.A., es una de esas destacadas personalidades leonesas que, viviendo a caballo entre los siglos XIX y XX, supieron ser y hacer una síntesis eficaz del espíritu de los dos siglos a niveles muy amplios de comprensión intelectual y de práctica concreta.

Publicado en la revista LEA, La Escuela Agustiniana, nº89, Enero-Marzo de 2008

Pele Ferreras
(Revisado el 17 de septiembre de 2007)




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