Pío Baroja (1872-1956) Historia
1 Un visitante nos comenta Novelista español, nacido en San Sebastián (Guipúzcoa) y fallecido en Madrid. Hijo de un ingeniero de minas, se trasladó con su familia a Pamplona, posteriormente a Madrid (1886) y finalmente a Valencia, donde inició los estudios de medicina, que terminaría en Madrid (1893). Tras ejercer de médico durante dos años en Cestona (Guipúzcoa), prefirió la vida en Madrid, donde intentó algunos negocios con su hermano Ricardo, colaboró en varias publicaciones y publicó su primera obra: Vidas sombrías (1900), colección de relatos. En su afán viajero, visitó París, Tánger, Londres e Italia, entre 1899 y 1913, e hizo frecuentes estancias en su casa de Vera de Bidasoa (Navarra). Elegido miembro de la Academia Española en 1935, al estallar la Guerra Civil marchó a Francia, de donde regresó en 1940 para permanecer en Madrid hasta su muerte. La importancia de este gran narrador vasco radica sobre todo en haber dado a la prosa española una eficacia integral para el relato mediante un estilo sencillo, directo y flexible, libre de los formalismos neoclasicistas que todavía estorbaban a los grandes novelistas del siglo XIX como Pérez Galdós o «Clarín». El mismo Baroja dijo en cierta ocasión: «El escritor que con menos palabras da una sensación es el mejor.» Sin embargo, a pesar de este admirable logro, no puede ser considerado como un novelista propiamente dicho, sino más bien como una suerte de narrador poético, más interesado por la pintura de atmósferas y ambientes que por la acción argumental. Ya lo observó Ortega al decir: «El error que comete Baroja es el de que sus figuras principales no suelen interesarse con calor suficiente en los sucesos de la novela. Diríase que la trama de la novela, el sistema de los acontecimientos, va por un lado y las almas de los personajes por otro.» Por otra parte, Baroja rehúye la descripción de una trama social y un mundo determinado de problemas; sus ambientes predilectos son los arrabales de las ciudades y las guerras civiles del siglo XIX, que, por su carácter de guerrillas campestres, le sirven de pretexto para el vagabundeo solitario de sus personajes. Su pasión por la acción y la aventura es admiración, que compensa su vida sedentaria y aislada; en otro sentido, su aparente escepticismo está en contraste con su veneración por la ciencia.